2 de octubre de 2014
Comunicado de participantes del III Congreso Nacional de
Cultura
El III Congreso Nacional de
Cultura comenzó con el mes de octubre. Casi dos años han pasado de aquel
inolvidable encuentro con el Comandante Chávez bajo la lluvia del Cordonazo de
San Francisco. Hoy, esa lluvia que nos recuerda la palabra y la obra del líder
eterno de la Revolución Bolivariana riega la tierra de nuevo, estamos en todo
el país, integrándonos en la discusión de lo que somos, de la sociedad que
queremos ser.
El mes de octubre llegó con
nuestras reflexiones sobre la cultura comunal,
la cultura de una sociedad amorosa cuyas bases se alzan sobre los
valores más elevados del espíritu humano. Pero el viento de octubre, que trajo
la lluvia y las ideas, el recuerdo y el juramento, también nos heló el alma.
Nuestros hermanos, Robert Serra Aguirre y María Herrera Sequera, fueron
arrancados de nuestro lado, justo cuando más necesitamos de manos para hacer la
patria y corazones para sentirla. Nosotros, cultores y cultoras, participantes
del III Congreso Nacional de Cultura, condenamos el vil asesinato de nuestros
hermanos. A esta hora sabemos que fue un crimen planificado y ejecutado con
gran precisión, por eso exigimos justicia y que la verdad prevalezca.
Alzamos nuestra voz contra los
planes de los grupos fascistas que desde el inicio de la Revolución Bolivariana
han tratado de frenar al río de Pueblo y de ideas que han echado raíces en
tierras venezolanas; estos grupos, financiados y entrenados por la derecha
imperial, buscan desestabilizar mediante prácticas terroristas la paz que día a
día construimos desde el trabajo y la reflexión compartida.
Sabemos que no existen
diferencias entre una vida y otra, que toda manifestación de la vida es
invalorable, así que no aceptamos que nos dividan o confundan, no aceptamos la
banalización de la muerte. Nos reconocemos como seres humanos que luchamos por
liberar a la humanidad de la violencia opresora del capitalismo, violencia que
se manifiesta de formas diversas, todas nacidas del robo de la riqueza social y
de la ausencia de oportunidades para todos y todas. Estamos seguros de que los
venezolanos y venezolanas honestos, rechazan el mal en todas sus formas y
reconocen a la bondad y a la vileza como
los únicos bandos en pugna.
Como cultores y culturas, como
hacedores de las artes, como pensadores, cronistas, educadores y maestros,
estamos conscientes de nuestro compromiso con Venezuela y la humanidad, sabemos
que debemos fortalecer a las nuevas generaciones de cara al futuro, hacia una
sociedad que reconozca la supremacía de lo espiritual sobre lo material, donde
la vida en todas sus formas sea la riqueza más preciada. Con la bandera a media
asta y sintiendo hondo la fuerza de nuestros caídos, en todos los tiempos, en
todas las luchas que nos antecedieron, levantamos nuestra mirada para
vislumbrar el horizonte, sabiendo que cada paso, cada palabra, cada acción está
dirigida hacia esa clara línea, que es nuestro deber correr hacia los nuevos
tiempos con las luces de la razón y del amor.
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